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La internacionalización se desarrolla rápidamente y se manifiesta cada vez más en los terrenos de la arquitectura y el urbanismo.

 

El mundo enfrenta un desafío creciente: mantener y mejorar los estándares de vida y el crecimiento económico y social, orientado a mejorar la calidad de vida de la población.

 

El valor y la importancia de la cultura arquitectónica contemporánea tiene su centro en el descubrimiento y reconocimiento de las limitaciones arquitectónicas, en la búsqueda de expandir las áreas de intervención, en correr las fronteras del conocimiento. Contaminar la arquitectura con todo aquello que, en apariencia, nada tiene que ver con ella, pero que condiciona su accionar y su lugar en el dominio de la realidad.

 

El conocimiento  específico de la  arquitectura es el uso estratégico de la forma. Esta  capacidad especifica y concreta del arquitecto tiene su verificación fuera de la  arquitectura que radica en brindar respuestas especificas que sean del interés de la toda la sociedad. 

 

Desde las escuelas de arquitectura, debemos preparar arquitectos para formular nuevas soluciones para el presente y el futuro, profesionales capaces de absorber el pasado, analizarlo y reflexionar en presente, capaces de generar nuevas hipótesis, crear fórmulas, para una nueva era que conlleva en si graves y complejos desafíos los cuales son áreas de oportunidad para las nuevas generaciones.

 

 “La arquitectura demuestra que la base misma de su existencia consiste en el equilibrio inestable entre un núcleo de valores y de significados permanentes y la metamorfosis que éstos experimentan en el tiempo histórico”. M.Tafuri 

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